Estrenamos sección a la cual he decidido llamar de la manera mas simple, "Guerreros". En ella, investigaremos en todo tipo de combatientes históricos, fantásticos, actuales... Desde un boina verde a un caballero normando, pasando por un lancero elfo o un T-1000.
Como primer elegido, algo de aquí de los que no mucha gente recuerda, los Iberos, los Celtas y los celtíberos.
¡¡Espero que os guste!!
LOS IBEROS
El mundo ibero es el resultado de la evolución de los pueblos del bronce final; de la zona sur, levante y área catalana, y la absorción por los mismos de las influencias de las civilizaciones fenicia (1100 a.C., Cádiz, Málaga, Adra y Almuñécar) y griega (700 a.C., Ampurias, Rosas y Denia). Algunos alcanzaron gran prosperidad y adelanto para la época (Tartessos, en la Bética).
Los cartagineses se establecerán en Ibiza (650 a.C.) como plataforma para el dominio de la costa mediterránea. Acabarán con Tartessos sobre 500 a.C., y lucharán con Roma por el poder en la zona. Fundarán Cartago-Nova (Cartagena).
Se trata de un pueblo o grupo de pueblos, citados en las fuentes prerromanas. Cuando aparecen citados mercenarios ibéricos luchando junto a cartaginenses o griegos no sabemos si se trata de iberos o simplemente de gentes procedentes de Iberia (la península) que podrían ser celtíberos, celtas u otros pueblos no ibéricos.
Se sabe que no tuvieron una estructura monárquica, salvo en la zona meridional turdetana. Estuvieron regidos por jefes efímeros, hasta cierto punto asimilados a reyes. Se trataba de personajes que emergían como consecuencia de un empuje victorioso. Eran capaces, en un momento dado, de ampliar los límites geográficos de un pueblo o de una tribu. Por ello, no es aventurado pensar que los límites territoriales de los pueblos o tribus fueron móviles e inestables.
Entre los pueblos que los componían se puede identificar a los sordones con el Rosellón, los layetanos con la zona de Barcelona, cosetanos con el llano de Tarragona, ilergetes con Lérida (Ilerda), iacetanos con Jaca y sedetanos con Monegros y valle del Ebro (desde el sur de la Sierra de Alcubierre). En la comarca de las Cinco Villas estaban los suessetanos, lindando al oeste con los vascones, gentes que no se consideran hoy iberas. Por citar algunos más tenemos los ilercavones en la costa (desde el Ebro hasta Sagunto), los mastienos en la zona de Cartagena, los bastetanos en Andalucía oriental y los turdetanos en Andalucía central.
El panorama social de los iberos se presenta muy vinculado a dos elementos clave: la tribu o pueblo y la ciudad. El núcleo base de organización social fue la ciudad. Ciudades con entidad de tal en la zona costera y poblados o aldeas en los núcleos de montaña del interior. Las ciudades se encontraban situadas en lugares elevados, de fácil defensa natural. Los lugares preferidos para asentarlas son la parte alta de los cerros o mesetas que presentan fácil acceso por uno de los lados.
Los íberos eran grandes guerreros, tal y como nos cuentan los relatos de los historiadores clásicos, por la abundancia de armas que encontramos en los yacimientos arqueológicos y por las representaciones iconográficas.
A la defensa natural se añaden siempre las murallas rodeando todo el núcleo habitado o limitadas a las zonas de acceso más fácil. En las puertas, a veces, aparecen cubos rectangulares y con el tiempo se asimila la costumbre romana de construir cubos semicirculares. El poblamiento está separado de la muralla. También se conoce la existencia de torres-atalayas en costas, vías o ciudades para alertar ataques. Permitían el enlace por la vista y se defendían con un número limitado de hombres repartidos entre la torre en sí y el recinto amurallado que la albergaba. Conocedores del hierro constituyen un pueblo bastante desarrollado.
Por Tito Livio se sabe que los iberos iban al combate entonando himnos de guerra, y por Estrabón que eran constantes las luchas entre sus pequeños estados. Atacaban en pequeñas fracciones, con armamento ligero, en los momentos inesperados para el enemigo. Su guerra tenía mucho de guerra de guerrillas, de acometidas sin despliegue. No parece que los íberos dispusieran de un ejército organizado. Conociendo bien el terreno, la forma usual de lucha sería la de guerrilla, es decir el ataque por sorpresa y la retirada inmediata. Sabemos por las fuentes que los íberos eran muy apreciados como mercenarios en las batallas entre griegos y cartagineses y más tarde en las tropas auxiliares romanas (auxilia).
Con todo, cuando lucharon como mercenarios con romanos y cartagineses se amoldaron a sus formaciones, sin por ello dejar de ser adversarios difíciles y resistentes. Con frecuencia, una montura acercaba a dos guerreros a la zona de combate para, en el momento oportuno, descabalgar uno y combatir a pie. La velocidad en el desplazamiento era fundamental.
Su armamento ofensivo estaba compuesto básicamente por la falcata, espada curva de punta aguda y de un único filo, tiene su antecedente en la machambra griega, y lanzas de dos tipos: de asta de madera con punta y contera de hierro, y de hierro en su totalidad (soliferrum). También emplearon el amentun, anilla de cuero engarzada en la lanza que permitía propulsarla con mayor fuerza. Completaba el armamento ofensivo la honda, destacando los honderos baleares.
Entre el defensivo, dos tipos de escudos, uno circular de tamaño medio similar a la caetra celtibérica y otro oval o rectangular de mayor tamaño (scutun) y aparición tardía. El casco iba del simple capacete al completo con cubrenuca y gran cimera. Empleaban las lorigas y corazas de cuero y lino grueso, en general poco extendidas, quizás los jefes y un número escaso de guerreros tuvieron la posibilidad de acceder a su posesión.
La acción guerrera debía considerarse una de las actividades más nobles y prestigiosas dentro de la sociedad, puesto que la aristocracia tenía un marcado carácter guerrero.
LOS CELTAS
Desde el Bronce Final van llegando a través de los pasos pirenaicos elementos de origen centro europeo (Bohemia, Alemania Oriental y Hungría, gentes de los Campos de Urnas). Estas gentes se desparramaron por el interior peninsular en diversas oleadas que se pueden situar entre el 1.000 y el 800 a.C., son las invasiones indoeuropeas denominadas célticas.
Los celtas ocuparon el resto de la península. En la meseta occidental fueron importantes los vettones primero y los vacceos después y, en la meseta sur, los carpetanos y los oretanos. Los carpetanos en Alcalá de Henares y Toledo; es decir desde la Alcarria hasta el Guadiana (comprendían por tanto parte de La Mancha). Los oretanos iban desde Badajoz hasta el Segura, al norte del sistema mariánico. Por el oeste, los lusitanos se extendían desde el Duero al Tajo. Todos estos pueblos, decíamos, tienen en común pertenecer al grupo indoeuropeo; un término filológico por el cual se distingue un grupo de pueblos que tienen en común su lengua.
La denominada cultura castreña del noroeste, se asienta al norte del Duero, comprendiendo toda Galicia. Como su nombre indica, el elemento característico es el castro o recinto fortificado, establecido en la parte alta de las lomas. La preocupación defensiva es evidente; se construyen sólidas murallas que rodean por completo los recintos, incluso cuando por uno de los frentes existen obstáculos naturales que podrían haber ahorrado esfuerzo constructivo.
El sistema de defensa más simple consiste en fosos reforzados con empalizadas; pero lo típico son las murallas de piedra. Existen castros con un solo recinto pero lo más frecuente es que tengan dos o hasta tres, más o menos concéntricos.
El resto de los celtas tampoco tiene ciudades como las del mundo ibero; vive en núcleos de población fortificados con murallas, formando a menudo más de un recinto. La diferencia con el grupo galaico estriba en el tipo de casa, circular u ovalada en aquel frente al rectangular de este.
Característica general de todo el grupo es la estructura tribal, con predominio ganadero sobre el mundo agrícola, la falta de ciudades y la tendencia al nomadismo. Frente a estas características hasta cierto punto arcaizantes, poseen una técnica metalúrgica del hierro suficientemente avanzada, que no permite incluir a estos pueblos en el grupo de gentes de formas de vida muy primitivas.
LOS CELTÍBEROS
Son el resultado de la fusión de los iberos con los celtas, divididos en cuatro grupos: celtíberos, arevacos, lusones y pelendones. Habitaban el sector oriental de la meseta y uno de sus centros básicos era la actual provincia de Soria, pero se extendían mucho más al sur, alcanzando parte de Teruel y casi toda la provincia de Cuenca. Para los romanos esta tierra tenía un clima duro y era económicamente pobre. Vinculados a una economía ganadera, explotaron el hierro del Moncayo y zonas próximas, desarrollando una depurada metalurgia del hierro.
Se sabe que los celtíberos eran buenos fabricantes de espadas; armas que causaron el asombro de los romanos por su flexibilidad. A base de golpes en frío y de calor en el centro consiguieron tres cuerpos, dos duros y uno en medio, más blando.
Construyen sus poblados y ciudades en puntos elevados de fácil defensa envolviendo el contorno con un único lienzo de muralla adaptado a las irregularidades del terreno. Con el tiempo aparecen los torreones cuadrados o circulares, con preferencia en las puertas para posteriormente generalizarse en todo el recinto. Las casas se pegan a la pared interna de la muralla. A veces realizan fosos delante de la muralla.
Su armamento es de gran calidad. Por el año 250 a.C. Filón relata el proceso de fabricación de sus espadas. Tienen unos 60 cm, doble filo y punta, para fajar y hendir. Con antelación se empleó una muy corta de antenas atrofiadas, empuñadura metálica y decorada con rielados. Se llevaba cruzada casi horizontalmente en la cintura sujeta por anillas. También usaron un cuchillo parecido a la falcata ibérica. Parece ser que emplearon proyectiles de piedra para sus hondas, a semejanza de los honderos baleares. No debieron desconocer los "proyectiles incendiarios de barro".
Emplearon el soliferrum y la falarica, lanza de abeto y hierro con la parte metálica larga para poder llegar al cuerpo tras atravesar el escudo. También emplearon la jabalina y la lanza. Las corazas debieron ser de lino y, en ocasiones muy raras, de malla o bien loriga escamada. Emplearon dos tipos de escudos: el pequeño circular, llamado caetra, propio de la infantería ligera de ascendencia celta y el largo ovalado de procedencia ibera empleado por la infantería pesada oscutari. El casco debió ser poco frecuente.
La infantería armada a la ligera era rápida y atacaba corriendo, siendo superior a la romana y púnica; no así la infantería pesada celtibérica peor pertrechada que ellas. La caballería no busca el choque, se mueve rápido, y ataca lanzando venablos, se retira e insiste en el hostigamiento sin empeñarse en acciones en fuerza.
Diodoro describe a los celtíberos así: “los celtíberos son crueles en sus costumbres hacia los malhechores y enemigos, pero honorables y humanos con los extranjeros. A aquellos que llegan ante ellos los invitan a detenerse en sus casas y disputan entre sí por la hospitalidad, y aprueban a todo aquel que atiende a los extranjeros, considerándolo amado por los dioses”….”Llevan sayos negros y ásperos, de una lana parecida al pelo de las cabras salvajes. Algunos celtíberos se arman con escudos galos; otros, en cambio, llevan cyrtias redondas, llevan también en las piernas arrolladas grebas de pelo y en la cabeza, cascos de bronce adornados con crestas de color escarlata. Usan espadas de dos filos fabricadas en hierro excelente y puñales de un palmo de longitud de los cuales se sirven en los combates cuerpo a cuerpo. Tienen un modo peculiar de preparar las armas que utilizan para su defensa. Entierran láminas de hierro y las dejan hasta que, con el tiempo, la parte débil del hierro, consumida por la herrumbre, se separa de la parte más dura, de ésta hacen espadas excelentes y los demás objetos concernientes a la guerra. Las armas así fabricadas cortan todo lo que se les pone: ni escudo, ni casco, ni hueso resisten a su golpe, por la extraordinaria dureza de su hierro...”
Extraido del genial Blog http://www.eloraculodeltrisquel.com/
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